A lo largo de los últimos años, la demanda de productos derivados de la planta del cannabis ha experimentado un crecimiento sin precedentes.
Dicho incremento responde a dos factores clave. Por un lado, la publicación de estudios científicos (apoyados por la Organización Mundial de la Salud) que revelan una elevada cantidad de beneficios para el organismo asociados a su consumo.
Por otro lado, el proceso de regulación de su distribución ha posibilitado el desarrollo de un espacio de mercado amparado por un marco legal que, a pesar de no haberse implementado del todo en algunos países o regiones del mundo, avanza inexorablemente.
De forma paralela, el proceso de digitalización y la proliferación de establecimientos y plataformas online especializadas en su comercialización ha hecho que se convierta en un recurso mucho más accesible. Con tan sólo unos pocos clics es posible formalizar pedidos a domicilio.
Uno de sus principales puntos fuertes es su versatilidad y la disponibilidad de artículos en diferentes formatos. Dentro de los catálogos de las tiendas de CBD podemos encontrar soluciones para el uso humano siendo la fórmula más habitual el aceite de cannabi pero, también, el CBD para mascotas.
Índice
Se multiplica la demanda de productos de CBD
El proceso sostenido de legalización de productos de CBD ha supuesto, por tanto, el principal impulso de la demanda de derivados de cannabis.
Al final, se trata, por todo lo expuesto con anterioridad, de una industria relativamente joven que acaba de sentar sus bases a través de los estudios científicos recientemente divulgados y que posicionan al CBD como un recurso de alto potencial terapéutico al tiempo que una alternativa libre de propiedades psicotrópicas.
A continuación, analizamos el desarrollo de la industria del cannabis en el continente europeo y en España tomando como referencia alguna de las claves que han intervenido en su gestación.
El CBD: Una alternativa inocua y beneficiosa para la salud
Aunque la inocuidad del cannabidiol se ha convertido en el foco de diferentes controversias, las autoridades competentes en materia de salud ya han ratificado que no entra dentro de la categoría de estupefacientes. En realidad, se trata de un componente presente en la composición de la planta de cannabis que, a diferencia de lo que ocurre con el THC, no presenta ningún tipo de efecto psicoactivo.
La consecuencia directa de dicha aseveración es su inocuidad. El uso tópico de aceite elaborado a partir de CBD no deriva en ningún tipo de efecto secundario que altere sus capacidades sensitivas.
En la actualidad, la legislación establece como requisito previo a su distribución que los artículos que conforman el stock de los proveedores especializados no contengan una cuota de THC superior al 0,2%.
A tenor de los resultados extraídos en laboratorio, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sentó precedentes con respecto a su comercialización ratificando la completa legalidad del comercio de CBD entre los países miembros.
Alcance terapéutico y paliativo
Más allá de las fronteras legales o las implicaciones cosméticas que se asocian al CBD, el alcance médico y terapéutico se alza como una de las principales razones por las que cada vez más usuarios se decantan por su adquisición.
Sus potencialidades abarcan diversos cuadros sintomáticos que van desde los dolores, los procesos inflamatorios, los episodios de estrés o ansiedad, las náuseas o, entre otras cosas, los trastornos epilépticos.
Su aplicación puede resultar beneficiosa no sólo en términos de paliación, sino también de prevención por lo que incluirlo dentro de un estilo de vida saludable puede incrementar a largo plazo la calidad de vida.