Si cada mañana tras despertar te notas cansado, incluso fatigado a lo largo del día, sientes dolor de espalda, en el cuello u otras molestias… seguramente tu colchón está perjudicando tu descanso y lo que es peor, tu salud.
De hecho, una de las principales razones por las que acudimos al médico, el dolor de espalda, es un problema de salud cuyo origen está en el hecho no contar con un buen colchón que favorezca nuestro descanso y proteja la salud.
Pero responder a preguntas como: ¿cuál es el mejor colchón para el dolor de espalda? o ¿qué es mejor escoger colchones duros o blandos para dormir? no es tan sencillo. La respuesta es como casi siempre, «depende». ¿Y de qué depende? pues del usuario, sus necesidades y características.
En el mercado podemos encontrar una amplia variedad de modelos y tipos de colchones: de muelles, de látex, de espuma de alta intensidad, viscoelásticos, antiescaras, ortopédicos… cada uno con sus características. Unos son recomendables para un tipo de personas otros se adaptan más a otras.
Índice
Tipos de colchones: viscoelásticos, látex, de muelles… ¿Cuál elegir?
Como decíamos resolver dudas habituales como: «qué colchón es bueno para ti y tu dolor de espalda», si es mejor comprar un colchón duro, uno más blando u optar por usar uno intermedio, no es tan fácil de responder como parece.
Existen muchos falsos mitos que pueden hacer que nos equivoquemos al escoger un buen colchón.
Por ejemplo, pese a lo que muchos piensan, un colchón más firme no es mejor para el dolor de espalda. Dependerá de las características de la persona como su edad, su complexión física, su peso, su estilo de vida…
Si bien, los especialistas afirman que un colchón de firmeza intermedia, suave y adaptable suele ser mucho mejor para el dolor de espalda que uno es muy firme.
Lo mismo sucede con los tipos de colchones. No podemos asegurar que sea mejor comprar uno de muelles clásico o ensacados, de látex o espuma viscoelástica de alta intensidad u híbridos, ya que como hemos mencionado antes, dependerá de las características y necesidades de cada persona.
Por ejemplo, en el caso de personas mayores que pasan gran parte del día postrados en una cama es muy importante que usen un colchón antiescaras.
Este tipo de colchones cuenta con una serie de celdas de aire que van inflando y desinflando de manera muy gradual, siendo casi imperceptible. Ello permite aliviar los puntos de presión que el propio peso del cuerpo ejerce sobre la piel y que son los principales causantes de las escaras o úlceras por presión.
Por el contrario, en el caso de los niños, es esencial que el colchón asegure una adaptación óptima para que la alineación de la espalda sea la ideal tanto cuando se duerme de lado como boca arriba.
Características de un buen colchón y cómo elegirlo
El mejor colchón para tu descanso no es siempre el más caro, el más alto de gama o el que incorpora la última tecnología sino el más adecuado a tus características.
Si bien, existen tres aspectos esenciales a tener en cuenta siempre a la hora de comprar un colchón: la transpirabilidad, la temperatura y la firmeza.
Colchones transpirables. Por qué son importantes
El nivel de transpirabilidad de un colchón determina en gran medida el nivel de confort de nuestro descanso.
Debido al proceso natural de termorregulación, mientras dormimos nuestro organismo
va desprendiendo constantemente vapor de agua a través de la piel. Por ello, es muy importante que la estructura del colchón y los materiales en los que está fabricado favorezcan la circulación del aire a la vez que impidan el paso de los líquidos (vapor de agua, sudor…) evitando la condensación.
Colchones que regulen la temperatura
La temperatura afecta directamente a la calidad de nuestro descanso. A mayor temperatura más difícil será conciliar el sueño pero además hará que descansemos menos y nos levantemos más fatigados.
Un buen colchón debe regular la temperatura tanto en verano como en invierno para asegurarnos una sensación de frescor que favorezca el descanso.
De ahí la importancia de que escojamos un colchón fabricado y diseñado para conseguir la máxima transpiración impidiendo que el calor generado por nuestro propio cuerpo «rebote» hacía nosotros.
La firmeza y adaptabilidad del colchón, claves para tu salud
La firmeza de los colchones se contabiliza en una escala de 1 a 10, donde uno es el más suave, 5 sería un nivel intermedio y 10 es el más firme.
Aunque en líneas generales solemos hablar siempre de colchón blando, colchón intermedio o colchón duro.
Como hemos mencionado varias veces a lo largo de este artículo a la hora de escoger un colchón debemos elegir lo que resulta adecuado a cada persona o caso particular. No es lo mismo buscar un colchón para un niño de tres años, una persona encamada o para la cama de matrimonio de una pareja.
Si bien todo buen colchón debe asegurar un nivel de firmeza que asegure un descanso de calidad.
Un bebé puede dormir sobre un colchón con una firmeza media-baja (nivel de firmeza 3) pero en el caso de los adultos un colchón demasiado blando resultará inestable e impedirá que nuestra musculatura se relaje mientras dormimos haciendo que nos sintamos fatigados al despertar. En este caso lo ideal es que sea al menos de 5 o superior.
Un colchón firme se adapta mejor a aquellas personas que duermen boca arriba pero puede resultar incómodo para las que lo hacen de costado. También son más recomendables para personas con sobrepeso.
Los colchones intermedios son los más aconsejables en la mayoría de casos ya que ofrecen suavidad al mismo tiempo que brindan el soporte necesario que asegure una buena alineación de nuestro cuerpo.
Hoy día existen colchones con tecnologías que ofrecen escoger el nivel de firmeza. Con una cara que ofrece firmeza suave y otra con firmeza alta o intermedia. Basta con voltear el colchón para escoger un nivel de firmeza u otro.
Además, hay que tener presente que la firmeza ideal depende de la percepción de cada persona y evoluciona con el paso de los años y los cambios que experimenta nuestro cuerpo.
En definitiva, un buen colchón para nuestra salud debe ser transpirable, regular la temperatura de nuestro cuerpo favoreciendo la circulación del aire y ser lo suficientemente firme como para proporcionar un soporte adecuado a nuestro cuerpo.