Pese a que en los últimos años se han logrado avances significativos en la comprensión de la enfermedad y en el desarrollo de tratamientos más efectivos, el cáncer sigue siendo una enfermedad cuyo tratamiento supone un desafío constante para la medicina moderna. Los investigadores lo dejan claro, cada tipo de cáncer es diferente y cada paciente requiere un enfoque personalizado de tratamiento.
Afortunadamente, hoy contamos con prometedoras herramientas en la lucha contra el cáncer como la inmunoterapia, un nuevo enfoque terapéutico que está revolucionando el abordaje del cáncer que busca activar el sistema inmune del paciente, la defensa natural de nuestro organismo para protegerse de agentes extraños como pueden ser microorganismos, bacterias, virus y hongos, o como en este caso las células cancerosas.
A diferencia de otros tratamientos como la quimioterapia, que actúa directamente sobre las células tumorales, la inmunoterapia se enfoca en estimular la capacidad del sistema inmunitario para identificar y eliminar las células cancerosas.
Aunque la quimioterapia y la inmunoterapia funcionan de manera diferente, ello no quiere decir que sean incompatibles ya que se ha demostrado que la combinación de ambos tratamientos puede ser más efectiva que cualquiera de los tratamientos por sí solos. Especialmente en casos en los que la inmunoterapia no ha sido suficiente para controlar el cáncer.
A pesar de ello, al tratarse de un un enfoque terapéutico relativamente nuevo, la inmunoterapia es aún desconocida para muchos pacientes con cáncer, se confunde con otros tratamientos o no se comprende cómo funciona.
Para mejorar la comprensión de los pacientes sobre la inmunoterapia y sus beneficios en el tratamiento del cáncer, en este artículo hablaremos sobre la inmunoterapia, sus aplicaciones clínicas, sus efectos secundarios y sus diferencias frente a la quimioterapia.
Índice
¿Qué es la inmunoterapia?
A diferencia de otros tratamientos contra el cáncer, la inmunoterapia se basa en el principio de que el sistema inmune es capaz de reconocer y atacar las células cancerosas.
Sin embargo, los tumores son capaces de evadir el sistema inmune mediante la liberación de sustancias que lo desactivan. Para evitarlo la inmunoterapia utiliza fármacos que actúan bloqueando estas sustancias, lo que permite al sistema inmunológico del paciente reconocer a las células cancerosas como “invasores” y atacar al tumor, debilitando la capacidad de evadir al sistema inmunológico de dichas células tumorales.
La inmunoterapia ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de diversos tipos de tumores sólidos como el melanoma, el cáncer de pulmón, el de mama, el de riñón o el de vejiga entre otros. Sin embargo, en algunos casos es necesario que los tumores presenten un biomarcador específico para poder ser tratados con inmunoterapia.
Los biomarcadores son moléculas que se encuentran en las células cancerosas y que pueden ser reconocidas por el sistema inmunológico. Cuando se detecta un biomarcador específico en las células cancerosas, el sistema inmunológico puede ser dirigido para atacar y destruir estas células.
Para identificar estos biomarcadores específicos en las células cancerosas, es necesario realizar pruebas genéticas y de laboratorio antes de recomendar un tratamiento de inmunoterapia.
Efectos secundarios de la inmunoterapia
Al igual que cualquier tratamiento médico, la inmunoterapia puede tener efectos secundarios y estos pueden variar de leves a graves. Estos pueden variar de una persona a otra y dependen del tipo de inmunoterapia y de la dosis que se aplique.
Como hemos explicado, la inmunoterapia actúa estimulando el sistema inmunológico del paciente para que pueda combatir el cáncer y esto puede provocar una respuesta inmunitaria exagerada. Es decir, que el sistema inmunológico ataque también a células sanas.
Los efectos secundarios más comunes incluyen fatiga, fiebre, dolor muscular, diarrea y alteraciones en el sistema endocrino. Algunos pacientes pueden experimentar síntomas similares a los de una reacción alérgica, como picor, enrojecimiento de la piel o la aparición de erupciones cutáneas.
En casos más excepcionales, los efectos secundarios pueden ser más graves y esta respuesta inmunológica exagerada puede dañar a tejidos sanos del cuerpo y causar problemas pulmonares, hepáticos o renales.
Por esta razón, es esencial que los pacientes acudan a su médico ante cualquier síntoma o efecto secundario que experimenten durante el tratamiento.
A pesar de estos efectos secundarios, la mayoría de los pacientes toleran bien la inmunoterapia, y el número y la gravedad de los efectos adversos suelen ser menores a los de otros tratamientos contra el cáncer como la quimioterapia. Además, el uso de fármacos como los esteroides o los antihistamínicos, pueden ayudar a controlar estos efectos secundarios.
Por supuesto, cualquier fármaco se debe tomar siempre bajo supervisión médica ya que algunos medicamentos pueden interactuar con la inmunoterapia, interferir en su eficacia o agravar los efectos secundarios.
Por lo tanto, es muy importante que los pacientes informen a su médico de cualquier medicamento que estén tomando y sigan las recomendaciones médicas durante su tratamiento.
¿Cuál es la diferencia entre quimioterapia e inmunoterapia?
Aunque pueden usarse de forma combinada con buenos resultados, la quimioterapia y la inmunoterapia se basan en dos enfoques diferentes para tratar el cáncer.
La quimioterapia recurre al uso de fármacos que actúan directamente sobre las células tumorales mientras que la inmunoterapia tiene como objetivo principal estimular la capacidad del sistema inmunitario para identificar y eliminar las células cancerosas.
A grandes rasgos podríamos decir que la principal diferencia entre la quimioterapia y la inmunoterapia es que la quimioterapia utiliza medicamentos citotóxicos para matar las células cancerosas. Fármacos que se administran por vía intravenosa o por vía oral y se distribuyen por todo el cuerpo y que también pueden dañar las células sanas del cuerpo. de ahí los habituales y conocidos efectos secundarios de la quimioterapia como las náuseas, los vómitos, la fatiga, la caída del cabello o la anemia.
Por el contrario, la inmunoterapia estimula el sistema inmunológico del cuerpo para que ataque las células cancerosas de manera más específica mediante la administración de una serie de medicamentos llamados inmunomoduladores, que ayudan al sistema inmunológico a reconocer y atacar a estas células cancerosas.
Por ello, aunque la inmunoterapia todavía no es la cura para el cáncer, no sólo ha demostrado ser eficaz sino que, al producir menos efectos secundarios que otros tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia, contribuye a mejorar la calidad de vida de aquellos pacientes con cáncer que la reciben.
Si bien aún queda mucho camino por recorrer, avances en la investigación y el tratamiento del cáncer como la inmunoterapia permiten a los oncólogos ofrecer mejores opciones de tratamiento mejorando la calidad de vida de los pacientes.