Recoletas, sensible con la innovación médica, ofrece en su Da Vinci Center esta plataforma robótica de última generación para el tratamiento quirúrgico de la patología benigna y maligna en el ámbito de la urología –como el cáncer de próstata-, la cirugía general, la ginecología y la otorrinolaringología.
El grupo hospitalario, a través de la aplicación de la cirugía robótica, pone el acento en una asistencia centrada en el paciente mediante un equipo de profesionales sanitarios de excelencia, preocupados en la asistencia integral del paciente, en la que la distancia que la tecnología puede generar en la relación médico-paciente no exista. En definitiva, una atención que no pierda el horizonte humanístico inherente con la práctica médica.
“Mil cosas avanzan, novecientas noventa y nueve retroceden, eso es el progreso”.
H. Amiel
Con este calculado símil cinético H. Amiel, filósofo moralista del siglo XIX, describía el proceso del avance científico.
Solemos percibir el mundo en continuo avance, pero la realidad es que de toda la inmensa y fértil producción de ideas de la humanidad en ciencia, en tecnología, de todos los inventos y nuevas técnicas, solo unas algunas –no seamos tan pesimistas como Amiel– son definitivamente cosechadas y utilizadas por la sociedad.
Además, la innovación encuentra siempre la oposición de lo establecido y la lucha por hacerse un hueco en el mundo práctico, real, no es fácil.
Ya en el ámbito de la cirugía, rama de la ciencia médica que nos asombra frecuentemente con increíbles logros, lo expresado anteriormente ha sido común a lo largo de su historia.
Así, cuando en el último cuarto del siglo XX se desarrolló la “cirugía de mínima invasión”, -término acuñado por Wickham para referirse a la cirugía practicada a través de mínimas incisiones-, la pugna se estableció con la cirugía desarrollada a partir de las años 50, que era máximamente invasora.
“A grandes cirujanos, grandes incisiones” se enseñaba en los departamentos de cirugía a los noveles que empezaban- y durante dos décadas esos grandes cirujanos denostaron la nueva cirugía hasta que la evidencia científica que acompañó su crecimiento tuvo el peso suficiente para afianzarla en la práctica médica.
Y cuando en el año 1997 la FDA aprobó el uso médico del robot Da Vinci diseñado en Silicon Valley por la empresa Intuitive el “establishment quirúrgico” no vislumbró un beneficio claro frente a la cirugía de mínima invasión que se realizaba entonces y calificó el robot para asistir al cirujano como un capricho tecnológico de marketing sanitario propio del país que lo había desarrollado.
Pero otra vez la experiencia científica acumulada en estas dos décadas (más de 7 millones de intervenciones en la actualidad) ha demostrado que las ventajas de la cirugía robótica son múltiples: es más precisa, alcanza mayores indicaciones, es más segura y es aún menos invasora ya que procura menor respuesta del organismo al estrés quirúrgico, menor dolor, menor sangrado y más rápida recuperación.
El objetivo que señaló René Leriche en su “Filosofia de la Cirugía” se ha cumplido:
Recuperar al paciente del trauma que conlleva el trauma quirúrgico lo antes posible.
René Leriche
Definitivamente, la cirugía asistida por robot es una innovación que viene para quedarse, que ha evolucionado y va a seguir haciéndolo- llevamos cuatro generaciones de robot Da Vinci y está en desarrollo una nueva plataforma.
Pronto será utilizada en una gran mayoría de especialidades quirúrgicas, entre las que destaca la cirugía robótica de próstata.
¿Se ha hecho realidad la fantasía que describió Asimov en su libro Yo, robot hace 70 años?
Todavía no.
El robot Da Vinci pertenece a la categoría maestro –esclavo, no es por tanto un robot autónomo sometido a las leyes éticas de la robótica que se expresan en dicho libro.
Por ahora el protagonismo es del el cirujano -palabra que deriva del griego, cuyo significado es “trabajar con las manos”– y este hecho es incuestionable ya que son sus manos las que realizan en la consola de realidad virtual los movimientos que corregidos y depurados recrean luego los brazos del robot esclavo.
Dr. José H. Amón.
Coordinador del Da Vinci Center Recoletas