Lamentablemente a la hora de hablar de adicciones y consumo de cocaína estamos hablando de la realidad de muchas familias que buscan desesperadamente ayuda.
Según datos extraídos del «Informe Anual sobre alcohol, tabaco y drogas ilegales en España» elaborado por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA) y publicado por el Ministerio de Sanidad un 10,9% de la población española reconoce haber consumido cocaína alguna vez, el 2,5% en el último año y entre un 1 y un 2% lo ha hecho en los últimos 30 días.
De hecho, España tiene el triste honor de liderar el consumo de cocaína en la Unión Europea. Una situación que se ha visto agravada tras la pandemia de Covid-19 que ha alterado nuestras vidas.
Para conocer más sobre cómo afecta el consumo de la cocaína a nuestras relaciones sociales hemos consultado el equipo de Impasse Adicciones un centro especializado en el tratamiento para la adicción a la cocaína en Madrid. Si quieres conocer más sobre los devastadores efectos del consumo de cocaína a corto y largo plazo te invitamos a seguir leyendo.
¿Qué es la cocaína y cómo afecta su consumo a nuestro cerebro?
La cocaína, también denominada coloquialmente con nombres como: farlopa, coca, nieve… es una droga ilegal altamente adictiva que aumenta el estado de alerta, atención y energía de quien la consume. Por esta razón se dice que la cocaína es un poderoso estimulante.
Esta sustancia adictiva se extrae de las hojas de la planta de la coca siendo la vía intranasal o esnifada la forma más frecuente de consumo de la cocaína. Aunque puede consumirse mediante otras vías como la intravenosa u oral si se fuma.
Una de sus principales características es la peligrosa velocidad de absorción ya que, una vez consumida, tarda unos 8 minutos en alcanzar el cerebro, si se ha esnifado, y tan sólo unos segundos si se ha optado por fumarla.
Una vez en el cerebro, la cocaína hace que este genere grandes cantidades de dopamina una sustancia asociada con el sentimiento de placer y euforia. Pero pasado un tiempo estos niveles altos de dopamina en el cerebro bajan bruscamente, al no poder ser reabsorbida, generando un estado de ánimo extremadamente decaído que deriva en una intensa depresión.
Por lo cual, para contrarrestar este sentimiento negativo, los consumidores enseguida buscan consumir de nuevo para recuperar esa falsa experiencia placentera. Provocando así una dependencia física y psicológica. Una adicción al fin y al cabo.
Aquí radica el gran peligro de esta sustancia. Penetra en el circuito placer-recompensa un poderosa área motivacional del ser humano que está siempre presente.
El peligroso consumo «social» de cocaína
En la mayoría de casos, cuando se le pregunta a un paciente cómo es el tipo de consumo que realiza o cuántas veces consume a la semana, la respuesta suele ser la misma: «no, yo controlo», «sólo consumo en las fiestas o algunos fines de semana», etc.
Poco a poco este consumo de fin de semana, en muchos casos, se va alargando. Primero se realiza solo el viernes o sábado, luego viernes, sábado y domingo hasta que acaban consumiendo habitualmente.
Pese a que estas personas parecen no ser conscientes, el hecho de estar jugando o tonteando con estas sustancias puede provocar a la larga una adicción que acabe derivando en el desarrollo de una enfermedad mucho más grave y que requiera una intervención por parte de un profesional especializado en adicciones.
Todas las drogas, sin excepción, modifican la relación con la realidad del ser humano.
Esto es algo que debemos tener muy presente. Por ello, su consumo altera nuestras relaciones, el rendimiento en el ámbito laboral, deportivo, etc.
Entre los efectos secundarios más evidentes del consumo habitual de cocaína podemos destacar, entre otros, un aumento de la irritabilidad, cansancio crónico, alucinaciones y paranoia, dolor de cabeza, convulsiones, problemas sexuales, pérdida del olfato… hasta puede provocar infartos al corazón, ictus o infartos al cerebro.
Pero la adicción a la cocaína es mucho más, ya que no solo daña nuestro cuerpo sino que destruye nuestras relaciones sociales. De ahí la importancia de acudir a un centro de tratamiento de adicciones lo antes posible ante los primeros signos de alerta que nos hagan sospechar que una persona tiene un problema de abuso de sustancias o drogas como la cocaína.
En cuanto se genera un proceso adictivo, da igual que se trate de cocaína, alcohol u otra droga, se produce un cambio importante en toda la conducta de la persona adicta. Para una persona que consume habitualmente cocaína el consumo de esta droga se convierte en el centro de su vida haciendo que pierda interés por su trabajo, por su familia, por sus relaciones sociales. Todo va a pasar a un segundo plano en el momento en que la droga entra en juego.
Obviamente su personalidad va a verse modificada por el consumo de la droga al adoptar un estilo de vida estresante y caótico . La baja autoestima incluso la apatía y la alta irritabilidad son también comunes en personas adictas. Esta inestabilidad emocional puede desencadenar graves trastornos psiquiátricos como ansiedad, depresión, un trastorno de déficit de atención, estrés postraumático u otros problemas de salud mental.
Determinadas conductas como una mayor irritabilidad, un drástico cambio de amistades, problemas laborales, apatía, insomnio o desinterés por cosas que antes solía mostrar una mayor atención (deporte, hobbies, aficciones, etc.) podrían indicar un problema de consumo de drogas que es muy importante abordar cuanto antes.
No lo dudes y si sospechas que tú o algún amigo o familiar necesita ayuda acude a un centro de tratamiento de adicciones. Nadie mejor resolverá tus dudas y ayudará a esa persona a superar su adicción mediante tratamientos individualizados y adaptados a cada caso.